Me llamo Natalia Gual Moral. CovaDangles de nombre artístico.
Nací el 12 de enero de 1991.
Soy ciega de nacimiento y, cuando era una niña, ya tenía un don para los trabajos manuales que hacía en casa y en la escuela.
Un día me dejaron probar un pequeño torno de juguete. Sentir entre mis manos como una masa de arcilla daba vueltas a tanta velocidad pegada a un plato plano y que a partir de esta pudiera salir un bol, un vaso, un plato, un cántaro o un jarrón me cautivó.
Desde entonces, soñaba con tener un horno en casa donde poder cocer las cosas que hacía. Hubiera sido el mejor regalo que me hubieran podido hacer.
Pero en aquellos tiempos, tenía que conformarse con modelar sin cocer y experimentar con otros materiales, como el papel de aluminio, el papel higiénico, el papel maché o las vendas de yeso de farmacia.
Me lo pasaba bien. Modelaba todo lo que imaginaba. Cuando iba a casa de mi abuela, de su cuarto de baño hacía un museo.
Totes les figuretes que anava fent, la meva àvia les guardava.
Más adelante, cuando tenía catorce años, una mujer que vivía en el mismo pueblo que yo, y que era ceramista, me dio clases particulares de cerámica en su casa durante un tiempo.
Disfrutaba mucho con ella. Me enseñó que con la cerámica se debe tener mucha paciencia durante todo el proceso de creación. Trabajaba con barro rojo, subí un jarrón bastante alto y lo cocimos.
Al finalizar los estudios, ya me tocaba elegir cuál sería mi camino. Y después de unos meses de haber pensado mucho, decidí que debía ser ceramista.
Me dedico a la cerámica artística decorativa. Y hago también esculturas.
A lo largo del tiempo, he ido refinando mi estilo, y ver los resultados de las piezas acabadas es muy gratificante.
Hasta hace poco, daba color a mis piezas con la técnica de la cocción a las sales.
Lo que más hago son cuencos, jarrones, vasos y esculturas.
Sus texturas y formas me conducen a un estado de felicidad y placer auténtico, tan real que penetra en el alma y te hace vibrar todo el cuerpo, como si se tratara de una descarga eléctrica.
A día de hoy, disfruto tanto haciendo las piezas como cuando era niña y de esto puedo decir que es un amor para siempre, un vínculo indestructible entre mis manos y el barro.
No trabajo con torno, a pesar de que me gustan los acabados de las piezas. No se me da bien.
Y, últimamente, he estado experimentando con esmaltes cerámicos que me parecen fascinantes.
Son como ríos de polvos mágicos que riegan las piezas dándoles una razón de existir.
Normalmente, trabajo con barros de alta temperatura y con la técnica del pellizco para hacer crecer paredes y modelar esculturas.
Mi nombre artístico, “CovaDangles”, sale de mi imaginación.
Encontré que sonaba elegante y me gustó para representar mi estilo.
Hay muchas cosas que me inspiran, como:
El vidrio de “duralex”, el papel de regalo, la alegría que reina en una casa cuando se celebra una fiesta de cumpleaños, la euforia de los niños y niñas más pequeños, las conversaciones de los adultos alrededor de una gran mesa bien parada con manteles bordados de colores llamativos, tomando café con tazas de cerámica o vidrio y removiendo ágil y rítmicamente con las cucharillas.
Los objetos festivos como los globos, las serpentinas, la piñata, los silbatos, la comida: bocadillos, pastas y pasteles de todo tipo.
Me gusta pensar en cosas alegres, porque la cerámica me transmite la alegría de un mundo inocente donde todo cabe y es bien recibido.
Realmente, me siento muy afortunada de haber tenido ocasión de exponer mis piezas en la “Peixera”, dentro del Terracotta Museu.
Moltes gràcies,
Natàlia